Chicos y adolescentes: propuestas para reducir el estrés y evitar que las dificultades psicológicas se vuelvan crónica

El aumento de consultas por ansiedad, depresión y autolesiones preocupa a los pediatras españoles que hacen un llamado para alertar sobre la salud emocional de los menores. La pandemia del COVID-19 ha generado una gran cantidad de consecuencias sobre la salud de la sociedad. No obstante, las primeras etapas son especialmente vulnerables, debido a los múltiples cambios que tienen los niños en cortos periodos.

Las repercusiones de la pandemia en la salud mental de niños y adolescentes es uno de los temas más importantes que se abordaron durante el II Congreso Digital de la AEP que reunió a cerca de 3.500 pediatras. Durante la semana del congreso se debatió sobre las consecuencias para la población infanto-juvenil del coronavirus y de las medidas adoptadas para su control.

“Los niños y adolescentes representan solo el 1% de los casos de infección por el covid, pero las secuelas de la pandemia también se han dejado sentir en ellos en forma de dificultad en el aprendizaje y problemas de salud mental, asociados al confinamiento, al aislamiento social y al deterioro de las condiciones de vida en muchos hogares españoles”, afirmó María José Mellado, presidenta de la AEP.

En la inauguración del congreso Azucena Díez, presidenta de la Sociedad de Psiquiatría Infantil de la AEP (SPI-AEP), ha asegurado que “en los servicios de pediatría de atención primaria y en las derivaciones a salud mental se ha observado un repunte de las consultas por ansiedad, síntomas de tipo obsesivo-compulsivo, depresión, autolesiones y somatizaciones”. Además, añade, “los trastornos de la conducta alimentaria que se están valorando son más graves y requieren más ingresos que antes de la pandemia”.

Muchos de estos síntomas son consecuencias, según explican los doctores, de la incertidumbre, el exceso de noticias, el distanciamiento social y familiar, la ausencia de rutinas, el abuso de pantallas, los ritmos irregulares de sueño y un patrón de alimentación menos saludable.

“A esto hay que añadir las dificultades económicas y de conciliación del trabajo con el cuidado familiar, y las posibles situaciones de enfermedad propia, de familiares cercanos o incluso el duelo por fallecimiento de seres queridos que están viviendo muchas familias como consecuencia del COVID-19”, explica Díez.

Los pediatras alertan sobre la importancia de realizar todos los esfuerzos posibles con el fin de reducir este estrés y evitar que las dificultades psicológicas se vuelvan crónicas en el tiempo dando lugar a psicopatologías más graves.

En un principio el confinamiento pudo llegar a ser vivido como una aventura, en la que los niños agradecían no ir al colegio o pasar más tiempo con sus padres, y los adolescentes se sentían más libres de poder consumir más horas en Internet. Sin embargo, “pronto comenzaron a aparecer problemas como apatía, inquietud, aburrimiento, dificultades de concentración, insomnio o miedos excesivos”, relata la especialista.

La pandemia ha hecho que el tiempo dedicado a las pantallas haya aumentado de una manera muy llamativa por el aislamiento y la falta de estímulos. “Una de las medidas más efectivas para evitar conductas adictivas consiste en garantizar el acceso a actividades alternativas saludables. Cuando los niños y adolescentes tienen oportunidad de pasar tiempo al aire libre con sus iguales y realizar actividades deportivas y de ocio, el tiempo dedicado a pantallas se reduce de forma notable”, apunta la doctora Díez.

Los adolescentes son un grupo muy susceptible a desarrollar problemas relacionados con la dependencia a dispositivos de acceso a internet, que se ha relacionado con diversos problemas psiquiátricos como ansiedad social, depresión y problemas de atención, así como una dieta menos saludable y un mayor nivel de sedentarismo, sobrepeso y obesidad.

Sin embargo, antes de la pandemia ya se manejaban datos de importancia en referencia a la salud mental de los niños y adolescentes, como que casi la mitad de los trastornos mentales se inicia antes de los 14 años o que el 10% de los niños menores de 12 años y el 20% de los adolescentes desarrollan en algún momento algún tipo de trastorno mental.

El consumo de tóxicos, como el alcohol o el cannabis, ha sido más difícil, aunque no imposible, durante el confinamiento, asegura la experta. Sin embargo, a pesar de que las consultas por motivos relacionados con los consumos en menores se habían reducido notablemente, ya se están igualando a datos de otros años.

“Algunos expertos predicen, basándose en fenómenos históricos, que es probable que en los próximos dos o tres años surja un aumento brusco de todo tipo de consumos en jóvenes, lo que se está denominando Los nuevos locos años 20, denuncia la presidenta de la SPI.

Los pediatras con el fin de minimizar las consecuencias psicológicas de la pandemia, durante el Congreso han dado a conocer el documento de posicionamiento de la SPI-AEP que recoge una serie de medidas pensadas para favorecer un estilo de vida saludable y, en consecuencia, la reducción del impacto psicológico de la pandemia por el COVID-19 en niños y adolescentes.

Las sugerencias incluyen fomentar las actividades de ocio y muy especialmente las deportivas, con la apertura permanente de parques infantiles, centros deportivos y otras actividades organizadas para niños y adolescentes, garantizar la incorporación completa al colegio para todas las edades, en cada una de las comunidades autónomas y mejorar los sistemas de coordinación entre los equipos de atención primaria (pediatras y médicos de atención primaria que tratan adolescentes) y los servicios de salud mental, así como la accesibilidad a estos últimos.

 

Fuente: https://tn.com.ar/salud/familia/2021/06/11/chicos-y-adolescentes-propuestas-para-reducir-el-estres-y-evitar-que-las-dificultades-psicologicas-se-vuelvan-cronicas/

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